EL Circulo

Con su llegada se cerró el circulo. Aquella esfera había adoptado totalmente la forma de un balón de futbol. A veces botaba cerca de ella que, según el día, le daba una fuerte patada o lo cogía en su regazo como si fuera un bebé. Aquella pelota se movía de un lado para el otro cayendo, alguna vez, fuera de la zona de juego.

El problema es que “el juego” no divertía a todo el mundo. Más bien diría que sólo entretenía a unos pocos, los que menos tiempo la tenían a su lado. Temían que, como en el juego de la patata caliente, aquella esfera cargada de dinamita estallara cerca de ellos, por eso procuraban siempre que les cayera a los que sentían como rivales.

Los círculos pretendían explicar lo que era la propiedad asociativa de la suma, pero eran ellos mismos los que, precisamente, restaban y dividían el grupo.

Dibujaron una señal en el suelo y como si de una secta se tratara comenzaron con su ritual de persuasión para captar adeptos… más adictos al dinero.

Número uno habló con número dos que farfulló algo a número tres. Este convenció a número cuatro que bromeó con número cinco hasta sacarle los colores. Número seis, siete y ocho se enteraban de la misa (o ritual) la mitad, aunque número seis había sido la líder tiempo atrás. Número siete quiso caer en gracia y agraciada era, pero con otro don. Aún así, decidió ser el juguete nuevo que podían explotar.

Las cansadas bordeábamos esa difícil circunferencia con un Rotring 0.2 rescatado del macuto, felices años 80… o 90… Ahora entiendo que dedicaran una serie a “Aquellos maravillosos años”. Que bonito era cuando tu mayor problema, hoy en día, ni siquiera sería un problema. Cuando las relaciones de amistad, incluso, se sellaban con sangre. Nuestros dramas de adolescentes poco tendrían que ver con los de los de ahora, o con los de nuestro habitat de adultos en un entorno laboral que no se parece en nada a lo que nos enseñaron nuestros amigos en lo que fue, también, un segundo hogar durante una de las etapas más bonitas de nuestra vida.

Autor: diarioderegistro

De paseo por el mundo terminé viviendo en él.

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