La Secta – Cap. I

No era una secta “normal” porque, hasta dónde yo sé, éstas intentan captar gente nueva para… Pues nunca he sabido bien para qué. Supongo que para dejarse manejar por un líder que les aporta… ¿algo de paz espiritual?

En este caso, tampoco creo que haya sido así. A mi no me aportaba nada, pero lo cierto, es que sí creo en la figura de un líder. Quizás deberíamos fijarnos más en el mundo animal para elegir a uno, pero el ser humano siempre se ha creído por encima de otras especies y no admite consejos.

En la mía, hay un titiritero que estudió filosofía y se cree la reencarnación de Séneca. Para mi esto es como si estudiaras Historia del Arte y te creyeras un genio del siglo XV. Lo cierto, es que no es el único polímata convencido allí dentro, pero quizás sí al que le gusta más dar la nota. Tal vez porque se quiere postular como líder, aunque ya lo hace de manera oculta como consejero del Rey (Séneca, filósofo, hipócrita, de gran habilidad retórica…. ¿tendrá razón?)

Mi persona favorita también se encuentra en esa secta, pero ella y yo vamos de la mano, lo que nos hace mucho más fuertes a la hora de resistir las barbaridades de nuestra especie.

Cuando sientes que hasta un insecto te devuelve la humanidad cuando no te rodea nadie, sabes que no te juntas con la gente adecuada. Con esto no me refiero a que sean malas personas, sino a que esas personas no vibran en tu misma frecuencia y, ese choque, a veces genera malestar. Creo que, por eso, las buenas o malas acciones, dependen mucho del concepto que tú tengas de la VIDA. Y eso que la lengua española nos lo ha puesto fácil, pero se nos olvida investigar la etimología de las palabras que ya se usan sin ni si quiera conocer su verdadero significado.

Respira (Guiño a mi exceso o falta de comas).

Esta historia es tan larga que la voy a sacar por fascículos. En este, debería regalar algo para engoar, cosa que nos enseñan también en la Secta, pero como estoy en nivel principiante lo voy a dejar así.

A medida que pasan los años, creo más en el vive y deja vivir. Las distancias se volvieron más cortas, al igual que los días que se convirtieron en meses y, al cabo de los años, me di cuenta de que ya había crecido unos centímetros más, que ya no alcanzaría el cielo, pero que podía afianzar bien mis pies a la tierra porque, al fin y al cabo, era elemento que más a mano nos ponía la Vida para seguir en contacto con la naturaleza.

Me despierto y sigo en el mundo. No te olvides de respirar (mucho más y mejor). De ser consciente de que lo haces.

Sonríe. Estamos vivos.

Autor: diarioderegistro

De paseo por el mundo terminé viviendo en él.

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