El pueblo

Le hicieron el test, ese de las manchas, y según los resultados no era una persona sana y equilibrada. A mi me parecía una persona bastante normal, aunque tampoco sabría decirte si mi concepto de lo normal es… normal. Lo que está claro es que cada uno entiende la vida como quiere, o como puede. Si nos basamos en experiencias, lo lógico es que cada uno haya vivido las suyas, con lo cual, cada uno es portador de sus ideas que se transforman en pensamientos que nos harán actuar de una manera o de otra. Otra cosa es la estadística. De ahí sacamos las cuentas, pero ¿quién nos garantiza que lo que hace la mayoría es lo correcto?A lo mejor vivimos en una sociedad dónde las muestras que hemos tomado cómo referencia no son las adecuadas ¿Por qué lo que abunda es lo normal? Quizás se nos fue la bola hace mucho tiempo. Pero sí, él parecía “normal”.

Fue justo después de aquel experimento cuando las cosas empezaron a cambiar. Creo que el rodaje del programa fue lo que nos hizo volvernos locos a todos. Un poco más de lo que estábamos. Antes nadie se preocupaba en exceso por lo que pensara el vecino de al lado, ni el de la calle de abajo. Después de aquello, todos parecían policías vestidos de paisanos. Todos menos él. Eso les resultó sospechoso y comenzaron a perseguirlo hasta hacerle creer que estaba loco. Supongo que entre todos lo obligamos a hacerlo. Me incluyo porque yo tampoco hice nada. Me limité a ser una simple espectadora de aquella persecución y por eso, ahora me siento igual de cómplice que ellos ¡Vaya manada de borregos! Demostraron ser unos ignorantes. No veas la cara que pusieron cuando nada más comenzar el programa leyeron en la cabecera que “ todo un pueblo había caído en la trampa de un experimento social que terminó siendo mortal”. Un capítulo más en nuestra historia que nos convertirá en un lugar marginado dónde solo nos visitarán algunos fanáticos del turismo del terror. Esta historia nos marcará para siempre, pero creo que nos lo merecemos.

El chaval intentó convencerlos de que lo dejaran en paz. Que no había nada de nuevo ni de raro en su forma de comportarse. Que no escondía nada. Que no estaba loco…

Vivía en una casita que había comprado hacía pocos años, precisamente intentando huir del estrés que le provocaba vivir en una ciudad y creo que hasta que llegaron ellos todo le iba bien. Era amable y educado, pero también reservado. Bastante introvertido y algo celoso de su intimidad. Para mi, un chico normal. Para ellos, un rarito de ciudad. Supongo que la productora del programa vio enseguida que era un blanco fácil dentro de esta jungla. Ahora se lamentan, pero se veía venir y nadie hizo nada, ni si quiera yo. A ellos les ha venido muy bien todo esto. Han convertido nuestras vidas en un reality morboso, que es lo que le gusta a la gente. De un espacio que iba a durar cuarenta y cinco minutos se han sacado una docuserie de siete capítulos. Un auténtico negocio. No tienen escrúpulos y nosotros, los ignorantes que caemos en sus redes.

En fin, “entre todos los mataron y él solito se murió”. A mi no me pareció tan extraña la manera de hacerlo. No quería que tardaran en encontrarlo. El lugar era perfecto. La plaza donde se reúnen los mayores para hablar del resto de los habitantes del pueblo. Fue allí donde empezó todo. Era lógico que eligiera el mismo sitio para terminarlo. Ahí se equivocó. Cómo ves, la gente sigue pensando que estaba fatal, cómo decía aquel maldito test, y todos los demás, supuestamente, sí eran personas sanas y equilibradas. No me rio por lo trágico que ha sido el desenlace. Eso sí que es de locos.

Así que, señor agente, desde mi punto de vista debería detenernos a todos, incluso a los miembros del programa, la productora, y a los que tuvieron la “genial idea” de convertir a todo un pueblo en verdugos de un inocente. Es más, si no lo hace, volverá a pasar. Y si se puede ir más allá, lo harán. Ese “experimento” malvado solamente saca lo peor del ser humano, vulnerable y pueril ante las mentes más maquiavélicas. Seguiremos actuando como ganado ante pastores que se alejan de lo terrenal y de lo divino, solo rebaño.

La chica extendió sus manos mientras miraba fijamente a los ojos de aquel policía que también la miraba atónito por sus palabras y por aquel gesto con el que concluyó su relato. Su declaración había sido lo más honesto que había escuchado en toda vida. Su manifiesto parecía el augurio del caos que se estaba produciendo antes nuestros propios ojos. Delicadamente vendados durante años de la manera más sutil para que no nos diéramos cuenta. Todos, excepto algunos, la víctima, que yacía en el interior de la fuente de aquella plaza teñida de gris y aquella chica, cuya rareza me terminó pareciendo también de lo más normal.

Cogí las esposas y las coloqué suavemente en sus manos mientras ella me sonreía y me seguía traspasando el alma con su mirada.