Un punto de inflexión

“Todo esto antes era mar. Incluso esos edificios que ves a lo lejos… hasta ahí llegaba. Luego le robaron un poquito más, y otro, y otro… hasta que se dieron cuenta de que algún día éste se revelaría y acabaría recuperando parte de lo que le quitaron. Debajo de nosotros hay arena de playa. Cuando levantan aceras y carreteras puedes verla, e incluso puedes escuchar el sonido del latido de esa herida que sangra. Entonces le ponen un parche, una tirita, y lo vuelven a cubrir de asfalto.

Cuando yo era pequeño solía lanzarme desde este muro directamente al agua. No era peligroso. Aunque ahora no puedas verlo, todo eso sigue aquí mismo, debajo de nosotros. Como no pudieron matarlo lo enterraron en cemento. Algún día todo volverá a su sitio”.

Esas palabras quedaron en mi mente como el recuerdo de una promesa. A veces podía resultar inquietante creer que, algún día, la naturaleza quisiera recuperar parte de lo robado de la manera más devastadora, igual que lo hemos hecho nosotros con ella durante siglos. Incluso ahora que parece que nos preocupamos por ella, seguimos sin ocuparnos. Le hemos perdido el respeto a lo que realmente nos mantiene con vida.

Los más viejos entienden el ciclo a la perfección. Nosotros, aún conocemos la historia, pero los que vienen se perderán la memoria y parte de la información. Es curioso que presumamos de capacidad de razonamiento sobre los animales. También que nos creamos dioses en un mundo que no hemos creado sino adaptado a “nuestras necesidades.” Cuando me desperté esta mañana el día estaba nublado. Hacía viento y además, contra todo pronóstico, parecía que llovería. Desde mi ventana vi que algunas personas habían salido con ropa de verano. Los que probablemente lo hicieron más tarde, los hicieron con calzado de invierno, pero en menos de dos horas… a la naturaleza se le antojó un cambio de tiempo y nos devolvió el sol más intenso que podía ofrecernos. Se calmó el viento y los que eligieron el look de verano pudieron soportar mejor la mañana.

El alcalde llegó al Ayuntamiento creyendo tener el bastón de mando. El director del banco entró por la puerta de su despacho pensando que su presencia era determinante en aquella sucursal. El arquitecto llegó a la obra y dio un par de indicaciones. El pastor llevó a sus cabras al monte. El capitán de aquel crucero anunció su llegada a puerto. El piloto del Binter con destino a Gran Canaria inició su vuelo. Y la naturaleza, que se había levantado juguetona, acostumbrada ya a que nadie reparara en ella, movía los hilos de todos.

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Lugar de vacaciones.

Con un poquito de vergüenza comienzo a contar esta «anécdota».  Me encanta hablar de mi tierra, supongo que a todos nos gusta. Cuando lo hago, no siento que esté resaltado solo lo bueno. Me siento realmente afortuna de ser canaria y de vivir aquí.

En Gran Canaria tienes la posibilidad de decidir qué tipo de paisaje quieres ver. Podemos disfrutar de playas kilométricas tanto en la Capital, Las Palmas de Gran Canaria, como en el sur de la isla, donde se encuentra, entre otras, la maravillosa playa de Maspalomas, con sus increíbles dunas.

Desde La Playa de las Canteras (Gran Canaria) a veces se puede el Teide.
(Tenerife)
Dunas de Maspalomas (Sur de Gran Canaria)

Se puede disfrutar tanto del paisaje rural, como el que nos ofrece sus lugares de costa, y todo esto, acompañado de un clima envidiable durante todo el año.

Después de este preámbulo, quiero expresar mi queja. En Canarias existe cierta reticencia a la hora de reservar alojamientos tipo villas, sobretodo si estas son enormes caserones. Independientemente de si sus propietarios son de aquí, o de fuera (en su mayoría alemanes), el alquiler de estos sitios, ahora más demandados después de la pandemia, a veces resulta bastante complicado si eres canario.

Alojamiento en Gran Canaria

Hace poco vi un video en Tik Tok de un señor de nacionalidad cubana, intentando hacer un reserva para un fin de semana en un hotel de lujo en Cuba. El señor le comentaba a la persona que estaba al otro lado del teléfono que se iba a casar, y que quería regalarle a su prometida un fin de semana en ese hotel. Tras una serie de preguntas donde se cercioraron de que los dos interesados en la reserva tenían nacionalidad cubana, la chica le comenta que no puede gestiornársela. Tras la insistencia del señor en conocer el motivo de la negativa, al final de la conversación, acaba confesando que dentro de la política del hotel existe la norma de no hospedar a personas de nacionalidad cubana.

Lo que yo cuento no es lo mismo, pero me recuerda un poco a ese video. Normalmente no se atreven a ponerlo por escrito pero sí he escuchado más de una vez, y dos, y tres, que «el propietario del sitio no quiere alquilárselo a residentes canarios». Es por esa «vez de más» que me apetece escribir acerca de esto. Porque a pesar de que pueda entender parte del mensaje, me cuesta entender que seamos así. No dejar a los nuestro disfrutar de todo lo nuesto me parece tan grave como si lo hicieramos con los que vienen de fuera… que no es el caso, y me alegro.

Siempre hemos tenido fama de hospitalarios, y lo somos, pero todas las cosas deben cuidarse. Cuando hace pocos meses no podíamos disfrutar del turismo de fuera por culpa de la pandemia se apostó por el turismo local, y allí estuvimos. Apostando de nuevo por lo nuestro… por lo de todos. Porque hay muchos que parecen que se olvidan de que el mundo es de todos. Aunque los privilegios del mundo estén para algunos solo… De todo hay, en todos sitios.

Ahora, muchas cosas buenas que surgieron de algo tan horrible como la pandemia, como la generosidad, la empatía, las ganas de volver a mirarnos, tocarnos, sentirnos… se han convertido otra vez en la calabaza del cuento.

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