El mundo que dejamos

No es el mundo que nos dejaron a nosotros, pero probablemente, tampoco el que les dejaron a ellos.

La vida en un bucle donde tropezamos con las mismas piedras que ya tropezaron otros, incluso más de una vez, y en lugar de apartarlas del camino, añadimos otras que trajimos en los zapatos y que también se quedaron ahí.

Y ahora, el mundo está cada vez más del revés. Ni pandemias, ni crisis, ni la promesa de una nueva era… nada hace que el ser humano de un giro de ciento ochenta grados con el mundo porque no bailamos la misma melodía. A veces, ni si quiera estamos en el mismo salón, y lo que para algunos es música, para otros, ruido. El sonido, el mismo, el latido de la tierra. Su frecuencia también se puede sintonizar, pero no en la radio. Esa «música» sonará siempre de diferente manera para cada uno de nosotros porque somos tan iguales como distintos, y muy circunstanciales. Y a veces, como aquella fuente luminosa, un espectáculo de agua y luces al compás de una canción. Otras, actuando cómo una vela, con una base firme que con el tiempo, también terminará desapareciendo. Y una pequeña llama que si soplan con cuidado, se reaviva, pero si lo hacen con demasiada fuerza, se apaga. Si al final solo queda cera habremos sabido controlar la llama, pero si aún queda parte de la vela pero es imposible prenderla, quizás es porque no supimos alargar su luz. Al fin y al cabo, un trabajo de todos.

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De la vida

Hay muchas cosas que decir de lo que sigue pasando en el mundo, y me da pena no poder escribir como experiencia cotidiana algo sobre la evolución del ser a nivel general porque seguimos en la rancia historia de la intolerancia, de la supremacia, de las guerras de poder, del ser contra su propio ser… humano? Por qué no podemos vivir simplemente? Sin molestarte que respire el otro. A veces doy esa lucha por perdida hasta que me llega un mensaje de luz… donde se que aún quedan personas con ganas de amar el mundo, con todas sus circunstancias. Con ganas de cambiarlo, con síndrome de juventud… de ideales y de valores que arrancan con esa fuerza que la lucha de algunos años hace decaer en mi. No por eso, no dejaré de incentiva a los que vienen con fuerza. Si tu energía ya no te ayuda a seguir luchando, al menos pasa el testigo.

De las últimas semanas

¿Sigue siendo el fútbol el opio del pueblo? Actualmente existen nuevos estupefacientes para mantener a parte de nuestra sociedad dormida, pero la salida de Messi del F.C Barcelona, vuelve a dejar latente cuál es el verdadero sedante del pueblo. La polémica salida del futbolista argentino ha provocado numerosas reacciones. La televisión, los periódicos y como no, las redes sociales. Estas últimas quizás se han convertido en otro elemento indispensable para mantener a la gente distraída, con la diferencia de que el buen uso que se haga de ellas puede mantenernos más despiertos que dormidos, más alertas que distraídos, más presentes que ausentes… y también, más informados. Pues eso, de estos dias de fútbol, que el 10 será el 30 y que dolió, y seguirá doliendo. Ahora el tango se bailará más en París.

La otra pandemia

La que deja visible lo que ha provocado en muchos la COVID-19, la desnutrición del alma. Si en algún momento pude pensar que el ser humano recuperaría su razón de Ser, quizás al comienzo de la alarma sanitaria. Millones de muertes más tardes, ha provocado en las personas reacciones y formas de pensar y de actuar muy diferentes. Del miedo y de la incertumbre florecieron de nuevo la empatia y la solidaridad pero después apareció la costumbre, la asimilación y otra serie de desconocidos factores promovidos por mentes que agitan masas a favor del pensamiento individualista disfrazado de luz. Enmascarado el odio y la repugnancia que sienten hacia esa colectividad que solo atienden para engordar su locura. Hay caras que actualmente podrían poner nombre a esa semilla de odio que divide a la sociedad, y que a lo largo de nuestra historia repite el mismo comportamiento. Nosotros, borregos siguiendo el mismo sendero que ya nos marcaron hace tiempo. Solo quien tiene el dominio de su mente puede cambiar la historia del mundo.

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