Hace tiempo que no oigo esta frase que escuchaba mucho de pequeña. Antes no la entendía, o la entendía en el sentido literal. Ahora se que puede tener diferentes tipos de contextos.
Para mi, la mejor forma de «escupir» hoy en día ¿(o era, hoy día?… Tuve un profesor de Lengua y Literatura buenísimo, al que no le gustaba nada esta expresión. Le gustaba mucho mi manera de escribir… a pesar de la sintaxis. Es una pena que lo que no me importe no me despierte interés porque «hoy en día» me sigue pasando lo mismo, a pesar de la admiración que siento por él).
Para mi, escribir, es salir a escupir a la calle. Hace años descubrí que me servía de terapia para no tener que castigar a los demás con la sinceridad extrema, esa que no siempre se pide. Para liberar los «prontos» donde rebajar la intensidad de crispación que puede provocarte un mal día, y donde normalmente descargas con las personas que tienes a tu alrededor, y que son las que más quieres. Los seres humanos tenemos conductas muy extrañas que dependen de tantos factores que lo mejor es la introspección. Conociéndonos más a nosotros mismos podremos encontrar la manera más sana de comportarnos con los demás (salud mental para todos).
Creo que esa «fea costumbre» de escupir en la calle puede convertirse en un gesto maravilloso para encontrar algo de paz en un mundo donde la guerra y el conflicto son enfermedades que, aunque provienen de siglos atrás, se siguen padeciendo.
Si naciéramos con ciencia infusa… qué fácil sería todo.
(Guiño a A. Alais y a Teresa de Armas Marcelo).
No recuerdo haber oído esa expresión, pariente lejana de otra («No escupas donde comas«), tampoco literal, que sí he escuchado. Siempre se aprenden dichos nuevos.
Salud.
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Mi madre la usaba mucho, pero tengo que reconocer que solía inventarse expresiones y cambiar refranes. Te pongo un ejemplo de su uso. «Esto es lo que hay de comer, y si no te gusta, a escupir a la calle. Es decir, te lo comes, o lo dejas. Fin de la discusión. He descubierto que esta frase aparece en la obra de Antonio Buero Vallejo «Historia de una escalera». A mi madre le encantaba leer. Después de repasar el texto encontré la frase en el personaje de doña Paca. Muchas pistas me indican que la sacó de ahí, y extendió su uso entre familiares y amigos 🙂
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Qué encantadora tu madre y qué buen provecho sacó de sus lecturas. Ahora no me voy a olvidar de ese refrán.
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Gracias. Tu comentario sobre mi madre me ha hecho sonreir.
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