Eterno

Cerró los ojos para agudizar sus otros sentidos. Metió las manos en los bolsillos de su ancho abrigo y caminó hacia adelante pero, aún así, seguía muy lejos de aquel abrazo.

Los abrió para saber que permanecía allí, inerte, y probó a mirarlo fijamente con la única intención de intimidarlo pero no tardó ni dos segundos en dar un paso atrás en ese absurdo intento de atraerlo.

Se sintió Frida sin Diego, enloquecida. Creyó ser la antagonista de aquel sueño en el que sumergida en una realidad casi fingida se sentía producto de la imagen que formaron en su mente esos dos cuerpos.

Y otra vez imaginó el abrazo. Pueril, cariñoso, erótico, o quizás, eterno.
En una pared, colgado, solo era un cuadro pero para la mujer que lo miraba era más que un lienzo.
Papel arrugado que tiran al suelo. Como arrugadas estaban las manos que lo mimaron.
Ahora se miran de cerca, en silencio.
Tan solo callados se tocan sus labios.
Cuando solo parece solamente pero es SOLO.
Como ella, Soledad, que sola envuelve.
Por fin sus dedos acariciaron sus manos.
Y de tinta quedaron sellados sus besos.
El Abrazo, Gustavo Klimt

Autor: diarioderegistro

De paseo por el mundo terminé viviendo en él.

4 opiniones en “Eterno”

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